lunes, 27 de diciembre de 2010

Cerezas del Valle del Jerte. Placer de dioses




La cereza ha ocupado un puesto preponderante en las mesas, tanto por su consumo en fresco como por la elaboración de confituras y aguardientes.

De los romanos a los árabes, muchos pueblos antiguos disfrutaron del placer de comer cerezas. En algunas culturas, como la japonesa, las cerezas simbolizan el autosacrificio, principalmente, el sacrificio de la sangre y la vida de los samurais en la guerra (de la misma manera que es preciso separar la pulpa de la cereza para acceder al hueso).

Por el contrario, en la tradición cristiana medieval, la cereza tuvo el mismo simbolismo que la manzana o el fruto prohibido. 

En el valle del Jerte se cultivan las mejores cerezas de la Península y su fama rebasa las propias fronteras españolas. 

El cerezo de aves o silvestre se conoce desde la época romana. En los montes de Ida y de Miller (Asia Menor), en tiempos del rey Lisímaco, se cultivaban cerezos dulces injertados. Plinio narra que el general romano Lúculo importó el cerezo de Kerasos, en las costas del Ponto, a Italia. Sin embargo, Plutarco no cita esa circunstancia en su obra Vida de Lúculo. No obstante, el nombre griego kerassos parece indicar que en aquella región los cerezos se cultivaban a gran escala- Lúculo, quizá, no introdujo el cerezo en Europa porque algunos expertos suponen que se cultivaba con anterioridad al general romano, pero sí parece probado que introdujo alguna variedad de cereza..

En el valle del Jerte las cerezas pudieron llegar de la mano de los árabes y, tras la reconquista, su cultivo siguió en manos de los nuevos colonos. Sin embargo, los primeros documentos del cultivo se remontan sólo al siglo XIV. El 2 de junio de 1352 varios emisarios del rey de Navarra, que se dirigían a Sevilla para entrevistarse con Pedro I, pasaron la noche en Cabezuela del Valle y durante la cena les sirvieron truchas y cerezas.
 
En el siglo XVI el médico Luis del Toro, en su Placentiae urbis et ejusdem episcopatus descriptio, habla de las cerezas del Jerte y las distingue por su tamaño y color: "se observan también todo género de cerezas, que ni Persia las tiene mejores. Cerezas de un gusto y tamaño extraordinario, rojas, negras y de un color intermedio semejante al vino..."
 
En el siglo XVIII varios cronistas señalan la riqueza frutícola del valle del Jerte: "Abundan en este valle peras de todas especies, guindas comunes y garrafales, camuesas, nísperos, manzanas, melocotones, damasquinos, dureznos, albérchigos y otras frutas de hueso, ciruelas, higos de muchos veduños, granadas, membrillos, nueces y avellanas, frutas de espino, como son los limones y las naranjas...".

A principios del siglo XIX las cerezas del Jerte gozaban ya de fama y eran consumidas en la Corte, según refiere Sebastián Miñano en su Diccionario geográfico y estadístico de España y Portugal. A partir del siglo XIX el cultivo de los cerezos se desarrolló por todo el valle y, a comienzos del siglo XX, alcanzó su máxima expansión.

Los requisitos legislativos que afectan a la Denominación de Origen Cerezas del Jerte son los siguientes: Orden de 11 de enero de 1995, de la Consejería de Agricultura y Comercio de la Junta de Extremadura que reconoce con carácter provisional la D.O. Cereza del Jerte; resolución de 31 de enero de 1995 de la Dirección General de Comercio e Industrias Agrarias de la Junta de Extremadura, que designa el Consejo Regulador provisional de la D.O. Cereza del Jerte: orden de 21 de enero de 1997 de la Junta de Extremadura que aprueba el reglamento de la D.O, Cereza del Jerte; y orden 7 de julio de 1997 de Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que ratifica el reglamento de la D.O. Cereza del Jerte y su Consejo Regulador.

Las cerezas del Jerte obedecen a un largo proceso de selección a partir de dos estirpes locales de Prunus avium, de fruto rojo y fruto negro, y de sus cruces o combinaciones sucesivas.
La especie Prunus avium crece en el valle del Jerte como especie forestal autóctona. Esta especie coloniza toda Europa Central hasta Asia Menor. Crece en los bosques y linderos, en medio de espesos matorrales, y en las márgenes de los arroyos.

En la Península Ibérica, el Prunus avium, es frecuente en las montañas septentrionales y andaluzas, y en las estribaciones húmedas. Esta especie silvestre (Prunus avium), de aspecto similar al cerezo de los huertos, presenta frutos mucho más pequeños, negros y de sabor azucarado y amargo.

Los frutos obtenidos en el valle del Jerte pertenecen en su mayor parte al grupo de las "picotas", es decir, una variedad de cerezas de muy escasa adherencia al pedúnculo que en el proceso de recolección se desprende del mismo. 

Las "picotas" presentan una coloración exterior rojiza, de mayor o menor intensidad, dependiendo de las variedades. Predominan las cerezas de color rojo vinoso o púrpura, debido a la abundancia, en la cosecha local de la variedad "reina" o "ambrunés".

Las pulpas, firmes y crujientes, presentan color rojo y jugo rojizo dependiendo de la variedad. Las cerezas sujetas a la D.O. pertenecen solo a las variedades "navalinda", "ambrunés", "pico limón negro", "pico negro" y "pico colorado". 

Las cuatro variedades del grupo "picota" ("ambrunés", "pico limón negro", "pico negro" y "pico colorado"), representan las tres cuartas partes de la cosecha local, junto con la variedad "navalinda", son autóctonas y proceden o bien directamente del valle del Jerte o de los vecinos valles de Ambroz y la Vera. Estas variedades pueden considerarse exclusivas de estos valles porque la implantación en otras latitudes no ha tenido el éxito deseado.

La firmeza de la pulpa se considera sumamente importante para determinar la calidad de estas cerezas, porque permite saber si el fruto ha sido recolectado en el momento más óptimo. Las cerezas bajo esta D.O. presentan las siguientes características de calidad: enteras, sanas, limpias y con aspecto fresco y exentas de olores y sabores extraños. 

Para su comercialización se califican en los siguientes tipos:
"picotas" o cerezas sin pedúnculo: "primera calidad" o cerezas con un diámetro mayor o igual a 21 mm; "calidad extra" o cerezas con un diámetro mayor o igual a 24 mm; calidad "super extra" o cerezas con diámetro mayor o igual a 27 mm.
cerezas con pedúnculo: "primera calidad" o cerezas con un diámetro mayor o igual a 23 mm; "calidad extra" o cerezas con un diámetro mayor o igual a 25 mm; calidad "super extra" o cerezas con diámetro mayor o igual a 27 mm.
Cada año los inspectores del Consejo Regulador visitan de forma aleatoria un 10% de las fincas inscritas (alrededor de 400) para comprobar la veracidad de los datos aportados por los productores. Además, cada almacén inscrito en la D.O. lleva a cabo sus propios controles de calidad para asegurar que las partidas de cerezas se ajustan a las normas establecidas.

Para garantizar la higiene se eligen semanalmente, al azar, un número determinado de muestras, en cada almacén inscrito, para comprobar que las pautas seguidas en el uso de los productos fitosanitarios han sido las correctas y si los plazos de seguridad se han observado con el fin de obtener las máximas garantías de calidad. Una vez realizados todos los controles que establece la ley, las partidas que reciben el visto bueno de los servicios de inspección del Consejo Regulador de la D.O. Se envasan y se expiden con el correspondiente aval.

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