martes, 11 de diciembre de 2007

Peligros en montaña

Las avalanchas de nieve


Los aludes, como normalmente se denomina a las avalanchas de nieve, se han cobrado un gran número de vidas humanas en nuestro país, el 81% de ellas en la cordillera Pirenaica. Los mayores afectados son los montañeros y esquiadores que frecuentan la alta montaña en invierno, pero esto no significa que ellos sean los únicos que corren riesgo. Hay un buen porcentaje de aludes que han afectado a caminos, senderos, carreteras, pistas de esquí e incluso edificios, por lo que no es necesario subir muy alto para ser sorprendidos por una avalancha de nieve. Aunque afortunadamente hay casos, salir ileso de un alud es poco probable, así que lo mejor que podemos hacer es evitarlos.

Consejos generales: Conviene consultar el parte de riesgo de aludes antes de salir a la montaña. Existe una escala europea de riesgo de aludes que los clasifica de débil (grado 1) a muy fuerte (grado 5).

El riesgo de aludes existe en mayor o menor medida siempre que hay nieve, así que nunca hay que bajar la guardia. Pensad que un alud puede producirse de forma natural, pero también puede ser provocado. Un animal, nosotros, un silbido, grito o un pequeño temblor pueden desencadenar una avalancha. Debemos evitar las pendientes fuertes cargadas de nieve: ni pasar por debajo de ellas, ni tampoco cruzarlas.

Muchos aludes suelen producirse todos los años en el mismo lugar. Debemos informarnos de cuáles son estos sitios. Si no conocemos la zona y tenemos dudas, siempre es bueno hablar con los guardas de los refugios, guardas forestales, Guardia Civil de Montaña, Protección Civil o lugareños de la zona. Todas estas personas nos pueden orientar en cuanto a qué zonas son más peligrosas: no desatendamos sus consejos.
Si nuestras salidas por zonas de nieve son muy frecuentes es fundamental llevar un equipo ARVA (aparato emisor-receptor utilizado para localizar a las víctimas de un alud). Esto, aparte de poder salvarnos la vida, facilitará la localización de nuestro cuerpo y, por lo tanto, ahorrará mucho trabajo a los equipos de rescate, evitando más riesgos para estas personas. Este aparato también nos puede servir para localizar a otras personas o compañeros —siempre que estos vayan equipados con otro ARVA— que hayan sido sepultados por la nieve.
Es recomendable realizar al menos un curso de prevención de aludes. Conocer la nieve y saber interpretarla puede ser uno de nuestros mayores aliados.
En caso de ser arrastrados por un alud: Ya hemos dicho que salir ileso de un alud es muy difícil y depende de muchos factores. Pero no por ello debemos tirar la toalla si nos vemos sorprendido por uno. Tenemos que intentarlo todo.

Si vemos que un alud se dirige hacia nosotros, intentaremos salir de la trayectoria de la nieve lo más rápido posible. Si vemos que no lo vamos a conseguir y llevamos puestos esquís o raquetas de nieve, debemos sacárnoslos (si no lo hacemos, harán de ancla y facilitarán que nos hundamos en la nieve mientras ésta se desplaza). Una vez en contacto con la nieve tenemos que bracear y hacer movimientos como si estuviéramos nadando, hay que intentar a toda costa mantenernos en la superficie. Cuando sintamos que nos estamos deteniendo, nos taparemos la cara con los brazos de forma que cuando la nieve se compacte nos quede un espacio para respirar. Una vez nos hayamos detenido, tenemos que intentar salir hacia la superficie. En caso de no tener claro en que dirección excavar, usaremos nuestra saliva u orina para orientarnos. No chillemos estando dentro de la nieve a no ser que oigamos voces, pues debemos de ahorrar oxígeno y, si nosotros no podemos oír a nadie, es muy probable que tampoco ellos a nosotros. El ARVA, seguramente, será determinante para nuestra localización.


La niebla


Ante la niebla, nuestra mejor arma es la anticipación. Conviene que nunca nos alcance fuera de senderos o caminos. Tenemos que asumir que aunque seamos grandes conocedores de la zona, podemos desorientarnos totalmente por la falta de visibilidad. Siempre debemos asegurarnos el regreso con referencias y marcas visibles. Si nos vemos envueltos por la niebla y sin saber a dónde ir, debemos plantearnos el esperar a que pase, aunque esto implique pasar la noche (siempre es mejor así que andar hacia no se sabe dónde con el riesgo de terminar despeñados o perdidos).


Animales en el camino


Víbora áspid: Nunca intentaremos coger un ejemplar. Es peligroso para nosotros y con nuestra conducta molestaremos al animal. No levantaremos piedras o troncos. Habremos de tener mucho cuidado también con dónde nos sentamos. La víbora normalmente huye ante nuestra presencia, pero, si se ve sorprendida o acorralada, no dudará en defenderse.
En caso de ser mordidos debemos de mantener la calma y no correr para evitar el aceleramiento del efecto del veneno. Limpiaremos la herida con agua y vendaremos la herida comprimiendo la zona de la mordedura. Si llevamos, calmaremos el dolor con aspirina y aplicando frío en la zona. No haced ningún corte sobre la herida provocada por la mordedura, pues se puede infectar, ni tampoco intentad succionar la herida con la boca. No aplicaremos torniquetes a no ser que los síntomas del veneno se aceleren o vayamos a tardar más de tres horas en llegar al hospital. En estos casos el torniquete lo colocaremos a unos 10 cm por encima de la mordedura para evitar el retorno del veneno por los vasos sanguíneos. Lo tenemos que aflojar cada 10 minutos y ponerlo un dedo más arriba, nunca sobre el mismo lugar. Es importante anotar la hora en la que se comenzó el torniquete.

Zorro: Muchas veces nos encontramos con zorros muy dóciles por la montaña y, sin duda, es una gran oportunidad para sacar buenas fotos de estos magníficos animales. Pero cuidado, nunca acerquemos la mano para darles de comer. Si nos muerde uno, puede ser una experiencia para no olvidar, sobre todo si el animal tiene la rabia. Estas consideraciones son también para perros, especialmente ejemplares solitarios. No tocadlos aunque se acerquen y comunicadlo enseguida a los guardas de la zona.

Petición de auxilio


En caso de que tengamos que llamar a los servicios de rescate, debemos asegurarnos el poder facilitar los siguientes datos al equipo de rescate:

Quién solicita el socorro: Nombre y apellidos.
Qué ha sucedido: Cuál ha sido el accidente, número de heridos, gravedad y tipo de lesiones.
Cómo ocurrió el accidente: Descripción.
Cuándo: Hora aproximada o, a ser posible, exacta.
Dónde: Dar las máximas referencias de la localización.
Ayuda in situ: Cuántas personas pueden prestar ayuda en la zona del accidente.
Cuáles son las condiciones meteorológicas en la zona: Viento, visibilidad, nieve.
Qué características tiene la zona: Si está arbolada total o parcialmente, es pradera despejada, ladera pedregosa, etc.

Señales de socorro

Según la Comisión Internacional de Socorros Alpinos (CISA) y la comisión de seguridad de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA), algunas de las señales generales de socorros son las siguientes:
Los cohetes son la señal más recomendada. Dura unos segundos y pueden ser usados solamente una vez, pero sirven tanto de día como de noche.
Un cuadrado de tela roja, de un metro de lado aproximadamente y con un círculo blanco de unos 90 cm de diámetro. Obviamente, esta indicación sólo nos servirá de día o en condiciones de visibilidad buenas. También se puede dibujar en el suelo con piedras.
Señales de emergencia alpina, que consisten en emisiones a intervalos regulares y con una frecuencia de seis veces por minuto hasta que recibamos contestación. El tipo de señal puede variar, pudiéndose recurrir a destellos de linterna por la noche, destellos realizados con un espejo —o, en nuestro caso, también usando el cristal de una lente— durante el día, señales acústicas con un silbato, silbando o gritando. Si tuviéramos que contestar a una de estas señales de socorro, lo haríamos de cualquiera de estas forma pero sólo con una frecuencia de tres veces.
Una persona de pie y con los brazos formando una Y significa petición de ayuda. Por el contrario, si en esta misma posición dejáis un brazo caído estáis denegando la ayuda. De esta forma podemos evitar que el helicóptero se confunda de lugar ante la proximidad de varios grupos de personas en la misma zona. Nunca saludéis al helicóptero cuando lo veáis pasar, pues se pueden malinterpretar nuestros gestos y hacer creer que necesitamos ayuda.
Con una emisora o teléfono móvil podemos contactar con los refugios de montaña, la Guardia Civil o bien otras personas que estén a la escucha en otra emisora. Recordad las recomendaciones dadas anteriormente sobre el uso de estos aparatos.

Facilitad el aterrizaje y la maniobra al helicóptero


Los lugares ideales para un punto de aterrizaje son las zonas despejadas y llanas de al menos 25x25 metros. En un radio mínimo de 50 metros no debe haber obstáculos de una altura superior a los 13 metros. Si la superficie es de nieve, es aconsejable pisar la zona de aterrizaje para que quede lo más compacta posible (un área de 4x4 metros es suficiente). El punto elegido no debe de estar en una hondonada y, preferiblemente, debería de estar un poco más elevado que el resto o, al menos, llano. Señalizaremos el punto de aterrizaje con la señal de tela que hemos nombrado anteriormente o bien dibujando una H o un triángulo. Si hace viento, la dirección de éste podemos indicarla atando un pañuelo largo o una bolsa a la punta del bastón, el trípode o un palo puesto de pie, de forma que se aprecie bien desde arriba. Una vez se haya visualizado el helicóptero, haremos la señal de brazos arriba indicando ayuda. Durante el aterrizaje permaneceremos agachados (y escondidos detras de la mochila pues vendran piedras en todas direcciones) en la parte frontal del aparato, a una distancia prudencial, atentos y visibles en todo momento para la tripulación. Esta posición la mantendremos hasta que recibamos instrucciones del equipo de rescate. No nos acercaremos a los rotores de cola del aparato, pues esa zona es muy peligrosa, ni tampoco nos acercaremos al aparato hasta que nos lo indiquen. Si lo hacemos con algún objeto alargado, como por ejemplo los esquís, estos irán en todo momento en horizontal. En la maniobra de despegue, las personas que se queden en tierra, deben permanecer como en el aterrizaje.

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