jueves, 6 de diciembre de 2007

Curso de esquí

CURSO DE ESQUÍ




1. La iniciación: todo un reto


El objetivo principal de cualquier persona que se inicie en la práctica del esquí debería consistir en pasarlo bien, pero si hablamos técnicamente, entonces, lo más importante será dominar los giros en cuña.

Para conseguir un rápido aprendizaje y progreso al realizar cualquier actividad de ocio, al practicar un deporte, al estudiar o al trabajar debemos estar motivados. La motivación suele aparecer má gicamente cuando lo estamos pasando bien, por eso en las escuelas de esquí y otros deportes de nieve se cuida tanto este aspecto, sobre todo, en la etapa de iniciación. El primer contacto con la nieve debe ser agradable de manera que la adaptación al nuevo medio y al material que se utiliza para la práctica de estos deportes sea lo más llevadera posible.

Rápido pero sin prisas, progresamos desde los primeros pasos hacia los giros en cuña, pero ¿por qué es tan importante conseguir dominarlos? Es fácil de entender, en el llano o en una ligerísima pendiente bastará con hacer una pequeña cuña para controlar la velocidad e incluso parar, pero en una pendiente algo mas pronunciada, por ejemplo en una pista verde, necesitaremos atravesarnos a la pendiente encadenando un giro tras otro si no queremos sentir los efectos de la gravedad y terminar por los suelos. Pues bien, resulta que la manera más fácil y accesible de poder girar, al menos al principio, es a través de los giros en cuña .

Gracias a ellos podremos salir de la zona de debutantes, acceder a las pistas verdes, utilizar los medios de elevación y convertirnos en esquiadores independientes, listos para disfrutar de la magia del deslizamiento, el equilibrio y la velocidad en la nieve.


2. ¡Para aprender no es necesario caerse!


Deberíamos hacer un exhaustivo estudio para descubrir las razones que llevan a los neófitos a pensar que para aprender a esquiar es imprescindible caerse. Si bien es cierto que, por tratarse de un deporte de equilibrio, las caídas son habituales en el esquí, es precisamente durante los primeros días de práctica cuando menos deberíamos caernos.

Todo dependerá de la forma en que decidamos aprender. Incluso la persona menos diestra no se caerá, o lo hará muy poco, si va acompañada de un profesor. Éste le indicará cuándo, dónde y cómo debe adaptarse al nuevo medio y al material, para que la primera experiencia en la nieve sea todo un éxito. Sobre este tema hemos hablado largo y tendido pues, realmente, de empezar a esquiar guiado por un profesional a hacerlo completamente solos hay un gran abismo.

Realmente es un placer introducir a un niño o a una persona adulta al mundo del esquí bajo el lema sin prisas al principio para aprender más rápido. De esta manera disfrutaremos de este fantástico deporte desde el primer día, crearemos una base técnica sólida que nos permitirá progresar rápido y con confianza y, lo más importante de todo: ¡nos ahorraremos un montón de caídas totalmente innecesarias!


3. La adaptación


Es muy importante que en el primer contacto con la nieve todo est é controlado ya que se sentarán las bases de nuestra futura progresión. Si lo pasamos bien y aprendemos rápido pronto nos convertiremos en forofos esquiadores, por el contrario, si esta primera experiencia es desagradable, es posible que nunca más nos calcemos unos esquís y sería una lástima pues estamos hablando de uno de los deportes que mejores sensaciones nos puede dar, bien sea por el entorno en el que lo practicamos, porque es uno de los pocos que se puede practicar con toda la familia o con los amigos, o porque nos brinda unas sensaciones de libertad sin igual.

Por eso en la etapa de iniciación la compañía de un profesor de esquí es más que recomendable, pues velará en todo momento por nuestra seguridad y procurará que la transición hasta conseguir dominar la forma más básica de girar sea, agradable, fácil y rápida. No olvidemos que el nuevo medio en el que pretendemos movernos es hostil, al igual que el material que necesitamos para la práctica de los deportes de nieve, al menos hasta que consigamos adaptarnos.
Una buena adaptación empieza por la revisión del material: ropa de abrigo, gafas de sol, guantes y cremas de protección solar para los labios y la cara son fundamentales. Si pasamos frío nuestros músculos se contraen y el riesgo de lesionarse aumenta lo cual comprenderéis que no es bueno, mas allá de lo desagradable que es intentar concentrarse en una actividad mientras estamos tiritando.

El sol en la montaña y especialmente cuando hay nieve puede quemarnos la piel de la cara, cortar nuestros labios o dañarnos los ojos con suma facilidad, no los descuidemos. Es imprescindible también utilizar las botas de la talla que nos corresponde y ajustarlas correctamente, al igual que la medida de los esquís y los bastones si queremos progresar rápidamente.

Una vez equipados deberemos acostumbrarnos a andar con las botas y aprender a transportar el material. Aprender a sujetar las correas de los bastones y como calzarse y descalzarse los esquís será el siguiente paso. Entonces haremos una serie de ejercicios que nos servirán como precalentamiento y nos permitirán ir sintiendo las nuevas sensaciones.

En la zona de debutantes y después de haber revisado el material, haremos unos ejercicios de calentamiento y practicaremos una variedad suficiente de ejercicios en parado, después empezaremos a desplazarnos por el llano. Pasados algunos minutos, nos sentiremos más cómodos con el material y nuestros movimientos serán menos torpes a medida que progresemos deslizando lentamente con la ayuda de los bastones. ¿ Dónde debemos practicar estos primeros ejercicios?: En el llano.


4. El descenso directo


Con el descenso directo podemos decir que empezamos a esquiar de verdad pues comenzamos a deslizar en una ligerísima pendiente. Si seleccionamos el lugar idóneo no deberíamos tener ningún tipo de complicación en la práctica de este ejercicio. A pesar de eso es recomendable hacer varios descensos para ir ajustando la posición y para experimentar holgadamente esta nueva forma de desplazarse.

La posición debe ser natural, cómoda. Los esquís están separados a la altura de nuestras caderas, están paralelos y se apoyan planos sobre la nieve. Estamos centrados sobre el eje, ni adelante ni atrás, y mantenemos una semiflexión de nuestras articulaciones. Los brazos separados con las manos por delante dejando caer los bastones hacia atrás.

Deslizar sobre la nieve es muy agradable pero las primeras veces que lo hacemos nos sentimos un poco inseguros. Aunque puedan parecer secundarios, todos los movimientos que hacemos no sólo durante los distintos ejercicios sino que también a la hora de colocarnos, remontar en escalera o tijera, etc... nos ayudan a progresar casi sin darnos cuenta.

¿Dónde debemos practicar el descenso directo? En una ligera pendiente con llano y contrapendiente al final. Es fundamental que la forma del terreno detenga nuestra marcha sin que tengamos que actuar nosotros pues todavía desconocemos los distintos mecanismos de frenado.


5. La cuña


Cuando nos sintamos cómodos deslizando en la máxima pendiente con los esquís paralelos y seamos capaces de hacerlo equilibradamente y manteniendo una correcta posición, estaremos listos para iniciar el siguiente paso: la cuña directa. El objetivo consistirá en conseguir hacer una cuña deslizada y controlada para poder empezar a tantear los giros lo antes posible.


Eventualmente será un buen recurso para controlar la velocidad e incluso detener nuestra marcha. Se trata de la primera forma de frenado que aprendemos pero no podemos olvidar que sólo funciona en los lugares con poca pendiente. En el descenso directo no aparecían grandes dificultades pero a partir de ahora el asunto se complica un poco.

El primer objetivo es conseguir colocar los esquís en posición de cuñ a, con las espátulas juntas y las colas separadas.
Los esquís ya no están planos sobre la nieve sino que se apoyan sobre sus cantos interiores y aunque después de algunos intentos todos somos capaces de conseguirlo convendrá repetirlos varias veces para cerciorarnos de que no hay problema en la apertura de esta cuña. De cintura para arriba no debería variar nuestra posición con respecto a la adoptada en el descenso directo. A pesar del esfuerzo que debemos hacer para conseguir esta nueva forma de deslizar tenemos que intentar seguir relajados con una posición cómoda y natural.

Ahora el nuevo reto consiste en ser capaces de mantener esta posición mientras deslizamos e incluso variar la apertura de esta.

En el momento en que consigamos deslizar con el peso bien repartido sobre los dos esquís y controlando la velocidad con las distintas opciones de apertura (cuña pequeña, mediana o grande) estaremos preparados para empezar a intentar girar. ¿Dónde debemos practicar la cuña? Empezamos en el mismo lugar dónde hemos practicado el descenso directo, aquí tenemos la tranquilidad de saber que hagamos lo que hagamos nuestra marcha se detendrá, y terminamos un poco más arriba donde la pendiente esté un poco más marcada.


6. Los giros en cuña


Ha llegado el momento de la verdad, en cuanto aprendamos a girar en cuña podremos acceder a los remontes mecánicos y se habrá terminado el “suplicio” de practicar miles de ejercicios en la zona de debutantes remontando, habitualmente, en escalera. Los dos primeros días de práctica pueden ser muy entretenidos y divertidos, sobre todo si estamos acompañados por un auténtico profesional, pero tenemos que reconocer que suelen ser bastante exigentes para nuestro físico. El material que utilizamos nos obliga a adoptar posiciones nuevas y todos los movimientos los hacemos casi siempre con un sobre esfuerzo, al menos hasta que los asimilamos y automatizamos. A esto se le añade la casi obligación de remontar en escalera para el desarrollo de las distintas pruebas que necesitamos realizar.


En fin, que después de estos primeros pasos ya estamos soñando con sentarnos en ese cómodo telesilla, que venimos observando de reojo, para que nos eleve hasta lo alto de una larga y ancha pista de verdad, donde podamos seguir progresando y disfrutando mucho mas relajados. Pero claro, antes deberemos aprender a girar en cuña. El mecanismo del giro en cuña es muy simple. En la cuña directa la carga estaba repartida por igual sobre los dos esquís, la posición era simétrica y el peso y la fuerza incidían sobre ellos por igual. La resultante era un descenso directo en cuña. Si el reparto de la fuerza es desigual automáticamente tomaremos la dirección hacia la que apunta el esquí que tenga mas carga.

Con que hagamos una ligera extensión de la pierna contraria a la nueva dirección que queremos tomar, bastará para conseguir un cambio de dirección. En los primeros intentos surgen ciertas complicaciones pero si teníamos verdaderamente controlada la cuña no debe resultar demasiado complicado aprender el mecanismo.

Antes de utilizar los medios de elevación deberíamos ser capaces de encadenar los giros y de variar su radio. La prueba definitiva consiste en pasar un pequeño Slalom que nos obligue a girar en unos lugares predeterminados.


¿Dónde debemos practicar los giros en cuña?: empezamos donde hicimos los últimos ejercicios de la cuña y terminamos en las pistas verdes.
Si no hemos entrado en consideraciones muy técnicas y no hemos detallado todos los ejercicios y pasos a seguir durante esta etapa de aprendizaje es porque en Pal-Arinsal estamos convencidos de que para aprender de verdad hay que ir a la nieve y contratar un profesional, bien sea en clase particular, colectiva o cursillo. Nuestra intención no es enseñar sino mostraros lo fácil y divertido que es esquiar y marcaros algunas pautas para evitaros contratiempos y problemas de última hora . ¡Feliz esquiada!


7. La progresión al paralelo


Con el material actual y la técnica que aplicamos para utilizarlo, la progresión desde el Viraje Fundamental al Paralelo Elemental se suele hacer de una manera espontánea; es más, en ocasiones pasaremos directamente de la cuña al paralelo sin apenas darnos cuenta.

Los movimientos, gestos y posiciones que aprendimos al iniciarnos con los giros en cuña, se repiten en el Viraje Paralelo Elemental, evidentemente adaptados a la pendiente, la velocidad y demás factores que intervienen en este nuevo escalón del aprendizaje. Para esquiar con los esquís en paralelo y dejar de hacer la cuña de una vez por todas, bastará con aumentar un poco la velocidad y enlazar los virajes con algo más de ritmo.

Al principio es aconsejable practicar los virajes en una pista con una inclinación moderada y, sin cerrarlos demasiado, enlazarlos bastante enfilados a la máxima pendiente. En las pistas un poco más pronunciadas seguramente tendremos que seguir recurriendo a la cuña para iniciarlos, aunque, a medida que vayamos practicando, mejoraremos el control y seremos capaces de adaptarlos a las distintas pendientes.

A partir de ahora nos queda un largo y fascinante camino por recorrer para perfeccionar los virajes y nuestra técnica.En los giros en cuña las funciones de las piernas están claramente definidas: la exterior se extiende para cargar el esquí exterior del giro, mientras que la interior se flexiona para aligerar el peso que recae sobre esta. El cuerpo se inclina ligeramente hacia el interior del giro.

En el viraje Paralelo Elemental las piernas hacen exactamente lo mismo, pero en este caso los esquís no están en una posición convergente en las espátulas y divergente en las colas (Cuña), sino que están paralelos durante todo el desarrollo del viraje. La inclinación hacia el interior de la curva es mayor pues este viraje se ejecuta a más velocidad y en una pendiente algo más pronunciada.


8. Utiliza los bastones para iniciar los virajes


Con el “Carving” los bastones han perdido protagonismo, entre otras razones, porque en los virajes de radio medio y amplio no es necesaria su utilización, incluso es contraproducente ya que con el clavado de bastón solemos provocar una extensión que nos limita el movimiento de balanceo entre un viraje y otro. Cuando practicamos un carving extremo muchas veces ni los llevamos con nosotros para experimentar una sensación de libertad mayor.

Entonces, ¿por qué insistir en este tema? En la etapa de aprendizaje de los distintos virajes en paralelo y muy especialmente en los virajes de radio corto el clavado de bastón sigue siendo de gran utilidad. Si lo hacemos correctamente, centraremos nuestra posición y nos ayudará a mantener el ritmo.

El clavado de bastón consta de tres fases: la de preparación que debe coincidir con la fase de terminación del viraje anterior, el clavado, justo antes de iniciar el siguiente viraje, y la terminación, en la que nuestros brazos deben mantener la posición para evitar movimientos "extraños" del cuerpo.

Al principio, cuando conseguimos hacer desaparecer la cuña, por lo menos en la finalización de los virajes, los bastones son casi un estorbo, pero realmente os recomendamos que los utilicéis si queréis progresar a un viraje en paralelo controlado, efectivo y con una buena posición sobre los esquís


9. El viraje por salto


El viraje por salto puede resultar útil como recurso para cambiar de dirección en nieves difíciles, pero es, fundamentalmente, un ejercicio indispensable en la etapa de perfeccionamiento para aprender a controlar y dosificar los movimientos verticales.

En las escuelas de esquí también lo utilizamos para corregir posiciones atrasadas y para mejorar el clavado de bastón. El objetivo no es hacer un gran salto, como el que podría hacer un esquiador experto bajando por una pendiente muy pronunciada, sino conseguir iniciar el viraje con un ligero salto de colas. Para ello será imprescindible flexionar las extremidades inferiores, clavar el bastón cerca de la espátula y hacer un impulso vertical ligeramente proyectado hacia delante. Cuando seáis capaces de hacer el viraje por salto con soltura, seguramente habréis mejorado vuestra posición y el dominio de los esquís.

Practicad primero en una pista con poca pendiente y sin demasiada velocidad ya que al principio es relativamente difícil coordinar todos los movimientos que implica este ejercicio.


10. Acompaña el viraje con el cuerpo


En cualquier tipo de viraje, la posición y los movimientos del tronco y las extremidades superiores son fundamentales para una correcta ejecución. Con la evolución del material, especialmente en las últimas temporadas, y la casi perfecta preparación de la mayoría de pistas en los distintos centros invernales, la técnica ha avanzado hacia una dinámica mucho más natural.

Cuando caminamos miramos siempre hacia donde vamos y nuestro cuerpo sigue la dirección de los pies, cuesta imaginarse a alguien caminando en una dirección y con el cuerpo totalmente retorcido mirando hacia otro lado, sería la mejor forma de comerse una farola, tropezar en un escalón o meterse de cabeza en un charco. Cuando esquiamos debemos hacer lo mismo, mirar al frente y seguir la dirección a la que apunten nuestros esquís. Utilizando esquís convencionales, de radios de giro superiores a los cuarenta metros, resultará un poco más difícil aplicar esta técnica y seguramente deberemos forzar el giro con los habituales movimientos de extensión y golpe de talón con el consiguiente derrapaje.

Si llevamos calzados unos esquís actuales el asunto se simplifica mucho y bastará con una ligera insinuación de cambio de dirección para que los esquís reaccionen y nos lleven en la dirección deseada.

El cuerpo debe acompañar el viraje, manteniendo sus ejes perpendiculares a la dirección que siguen los esquís. Esta es la forma más natural y actual de esquiar.

En el inicio del viraje hay una ligera rotación activa que provoca una pequeña contra-rotación. Este gesto es conocido como "anticipación". Después, y a lo largo de todo el viraje, el cuerpo sólo realiza un gesto de acompañamiento siguiendo la dirección tomada.

Un exceso de rotación provocará el derrapaje de las colas de nuestros esquís y descentrará nuestra posición sobre estos. Si nuestro cuerpo se queda mirando al valle también nos resultará difícil conseguir un buen apoyo y fomentaremos el derrapaje. Otro inconveniente, en este caso, es que seguramente iniciaremos el siguiente viraje antes de terminar completamente el que estamos haciendo.

La máxima armonía llega cuando encadenamos los virajes con la misma suavidad y ritmo con la que bailaríamos un vals.


11. El salto básico


Saltar y volar con los esquís puestos puede resultar una experiencia increíble que nos permita sentir sensaciones difíciles de alcanzar deslizando tranquilamente sobre la nieve, pero, si no tomamos ciertas precauciones, podemos lesionarnos severamente. Toda precaución será poca si decidimos despegar.

Las normas básicas para disfrutar de un vuelo placentero y un mejor aterrizaje son las siguientes:

Elegir el terreno adecuado. Lo más importante en este caso es la zona de aterrizaje, que debe estar despejada de obstáculos y tener la pendiente suficiente como para que el impacto de la caída sea amortiguado. Jamás deberíamos saltar en lugares que tengan una recepción completamente llana, especialmente si la nieve está dura, ya que todas nuestras articulaciones sufrirán mucho con el impacto.

Poca velocidad y mucho impulso. Si atacamos un salto con excesiva velocidad lo más probable es que “arruguemos” y no hagamos el impulso necesario para volar equilibrados, seguramente saldremos retrasados y la recepción no será muy ortodoxa. Es mucho más rentable entrar con menos velocidad y hacer un fuerte impulso; de esta manera el salto será mucho más limpio y controlado.

Nunca saltar a ciegas. Si desconocemos lo que hay detrás de un salto o bajo una cornisa, deberemos tener la precaución de hacer una inspección previa, para cerciorarnos de que la recepción este despejada. Cuidado porque en el lugar menos pensado podemos encontrar rocas, árboles, esquiadores o cualquier otro obstáculo que convierta el aterrizaje en una auténtica pesadilla.

Aceptar nuestras limitaciones físicas y técnicas. Aprender a saltar requiere, además de la técnica adecuada, tiempo y experiencia. Cuantos más saltos acumulemos, mayor será la confianza y el control con que saltaremos. De todos modos debemos ser conscientes de nuestras limitaciones físicas para no exigirle a nuestro cuerpo más de la cuenta. Una buena preparación física es fundamental para controlar la posición del cuerpo en el aire y para absorber el impacto de la recepción en el aterrizaje.

Un buen calentamiento, el mejor aliado. Incluso suponiendo que hemos elegido el lugar ideal, que hemos controlado la recepción, que vamos a la velocidad adecuada, que estamos súper en forma y que hacemos un perfecto impulso, si no hemos hecho un buen calentamiento la posibilidad de lesionarnos es altísima. Nunca saltéis a primera hora de la mañana cuando nuestros músculos están todavía fríos.

12. Utiliza también el esquí interior en la conducción del viraje

Para sacar el máximo rendimiento a los esquís actuales y conseguir curvas casi perfectas, como si estuvieran trazadas por un compás, deberemos utilizar también el esquí interior en la conducción del viraje. Inclinación, acompañamiento del viraje con el cuerpo y un apoyo simultáneo sobre los dos esquís son los pilares de la forma de esquiar moderna.

No resulta sencillo encontrar el punto de equilibrio ideal que nos permita aplicar esta técnica. Los que estábamos acostumbrados a cargar el esquí exterior, incluso a base de levantar el interior, y entendíamos que el apoyarse en el esquí interior era sinónimo de derrapaje y pérdida de control, no comprendemos muy bien cómo se pueden conseguir estas conducciones tan precisas utilizando los dos esquís. Lo cierto es que esquiando con esquís cortos y parabólicos, se desliza mejor y se trazan curvas más limpias si nos apoyamos sobre los dos.

Para ello es necesario separar los esquís, basta con hacerlo de forma natural a la anchura de las caderas, y equilibrar la inclinación del cuerpo hacia el interior del viraje con una buena angulación de las articulaciones de las extremidades inferiores que regule el canteo de los dos esquís. Al principio y hasta que consigamos automatizar estos gestos nuevos conviene focalizar la atención en la rodilla de la pierna interior del viraje; debemos separarla de la exterior para que el esquí interior también se cantee.

En competición y practicando un esquí deportivo, el esquí interior se utiliza mucho en el inicio de los virajes. Haciendo un cambio muy directo, balanceando el cuerpo del interior de un viraje hacia el interior del siguiente, forzosamente nos apoyaremos en el esquí interior. Lo difícil es aprender a deslizar sobre él, esperando a que el exterior también se apoye sobre la nieve. ¡Cuestión de práctica!

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